Instantes antes, Rafael Ceresuela, se había retirado fuera del campo para atarse una bota, y al parecer se sentó sobre una cabeza de ajo sin darse cuenta, lo que no pasó desapercibido para un policía armado, que avisara a sus compañeros de banco que Rafa iba a meter gol en la siguiente jugada. Canteiro, el portero vigués, despejó de puños, y la pelota llegó a la frontal del área hasta Ferreiro, que cedió en corto a Ceresuela, que colocó el balón en la escuadra izquierda.